domingo, 21 de septiembre de 2014

CASA OLIVEROS




CASA OLIVEROS

Vamos a hablar hoy  de la Taberna Oliveros, sin duda una de las más antiguas, mejor conservadas y bonitas de Madrid.
        Aunque el dueño, Julio Oliveros, dice que  es de 1857 y así lo corrobora la placa dorada que el Ayuntamiento ha puesto en la acera junto al establecimiento, y además  es la fecha  de la construcción de la finca, nosotros tenemos documentada la taberna ya en 1854. Pocas tabernas de Madrid pueden presumir de una antigüedad así, aunque algunas son envejecidas por sus dueños sin ningún  documento que lo justifique .

      Anuncio  que nos confirma la existencia de la taberna en San  Millán, 4 en 1854             
 (Diario Oficial de Avisos de Madrid  del 19/7/1854)

Fachada actual de la taberna

              En 1861 su propietario era Ramón  Álvarez; entre 1868 y 1880  la regenta la familia Larrondo, primero José y después Manuel. Los siguientes propietarios fueron: Gabriel Fuentes (1900), Ricardo Rodríguez (1911) y, por último, y antes de pasar a la familia Oliveros, el tabernero era Domingo López (1920).
Precioso reclamo publicitario


José Manuel  Oliveros y Esperanza, su mujer
Cuando la madre de José Manuel Oliveros Fernádez estaba a punto de tener al niño, se trasladó desde  Santiago de Cerredo, en el Concejo de Tineo (Asturias),  a una pensión de la calle de la Cabeza en Madrid en donde, en marzo de 1888, nacería el fundador de la  dinastía Oliveros. El futuro tabernero trabajó como camarero en el  café Platerías, que estaba en la calle Mayor con puerta trasera a la plaza de los Herradores.

Oliveros compra la taberna  en 1921 por 10.000 pesetas. Primero era solo taberna y vivienda en el interior, pero el 2-2-1922, -a Oliveros le encantaban la fechas curiosas-, empieza a funcionar también como restaurante con el nombre de “Casa Manolín” para, posteriormente,  cambiar el nombre por el apellido del dueño.
Anuncio de Oliveros en 1924


Carta del Restaurante Oliveros en 1922. Libro de reclamaciones  en el mostrador. No se admiten propinas

José Manuel, casado con Esperanza García con la que tuvo  cinco hijos,  fallece en 1954, aunque en 1952 se hacen cargo de la taberna sus dos hijos varones, Antonio y Ángel Oliveros, que están al frente de ella hasta su jubilación en 1987. Poco antes se  había jubilado  Lucas, el camarero  que llevaba con ellos desde los 12 años. Después de unos años cerrada la reabre en  1999  Julio, el hijo de  Antonio, que sigue la tradición familiar.
Como curiosidad diremos que cuando algún cliente se iba sin despedirse, Lucas, con voz potente, decía "Hasta luego Lucas" poniendo en evidencia la mala educación del parroquiano. No puedo asegurar que  esa frase tan repetida aún en ahora, tenga su origen en esta taberna. Parece que Arniches ya la usó en alguna de sus obras.
Los padres de Julio,  Antonio y Rosa
Frente a la taberna había una antigua perfumería, Basanta, a la que Antonio acudía una y otra vez con le excusa de ir a por  cambio o a comprar cualquier cosa,  que no siempre era del todo necesaria. Pasado un tiempo Antonio se casó con Rosa, la dependienta de la tienda y, si la miramos en la siguiente foto, vemos que valió la pena cruzar la calle una y otra vez.

 En la taberna sólo se vendía vino de Valdepeñas del cosechero Manuel Ruiz Ruiz. Según información de Ángel Oliveros, "se consumían 5.000 arrobas de vino al año (unos 220  litros diarios, que no está mal), pero ahora  (1981) el bajón ha sido grande, muy acusado, tanto que sólo llegamos a las 1.800 y, por mantener la tradición, el rico mosto  valdepeñero seguimos trayéndolo en pellejos"


Reseña de Oliveros en ABC en 1978



Lucas, el legendario medidor de Casa Oliveros, en 1984 (Foto Pasies-Cecilia)

Tanto los azulejos de la fachada como los de dentro son originales hechos a mano,  aunque algunos del interior  son reciclados, de ahí que no todos sean iguales. Oliveros hizo quitar unos del centro de la fachada para  poner el  conocido anuncio de “Para comer bien y barato San Millán, 4". En este anuncio, hecho por el ceramista Fidel Blanco en 1921, aparece un orondo cocinero  cortando unas  grandes lonchas de jamón. Como anécdota diremos que en  los años 30, época en la que se pasaba mucha hambre,  la Guardia de Asalto mandó tapar con una madera al simpático cocinero para no provocar al personal. En el resto de la portada los azulejos, muy originales, reproducen racimos de uvas con rayas de tonos verdes y rojos. Por cierto, una noche  mientras los dueños dormían en el piso de arriba, oyeron unos ruidos: les estaban robando los azulejos de la fachada arrancándolos uno a uno. Se pudieron reponer, excepto uno, con los que quitaron  para hacer el anuncio

Interior de la taberna en 1984 (Foto Pasies-Cecilia)

Las paredes de la taberna y comedor están cubiertas hasta media altura por  azulejos con motivos geométricos, predominando los colores rojo y azul. Estos azulejos son difíciles de datar, aunque Julio asegura que pueden llevar ahí desde la fundación de la taberna.. Sobre la línea de azulejos  hay un pequeño espejo.
Elementos de interés en la taberna  son el reloj con incrustaciones de nácar, una preciosa caja registradora , que marcaba en dólares con un registro máximo de 9,9 y una saturadora para  producir agua de seltz que, ocasionalmente, aún funciona. Tiene también  varios relojes antiguos
Julio Oliveros, a la izquierda,  recibiendo, en 2008, la placa  del Ayuntamiento  que le distingue como Comercio Centenario

Con la reapertura de la taberna por Julio Oliveros , se cierra el comedor de arriba y  se habilita la cueva para poner mesas. En esta cueva es donde antes se guardaban los  pesados pellejos  de vino que los empleados del cosechero tenían que bajar por una escalerita pina y estrecha de madrugada para no interrumpir el tráfico.
Encantadora imagen de la taberna en la actualidad


             La taberna era frecuentada por  gente  del mundo del toro. Ángel Teruel, era cliente habitual de la taberna el torero; además, fue   vecino del barrio (habia nacido en el nº 7 de la calle del Ventorrillo, donde se rodó también la película sobre la vida de Lola Flores, "Lolita")
           Antonio Gala y Sancho Gracia también pasaban por aquí; a este último le esperaba  con ansiedad el  joven Julito por las buenas propinas que le dejaba.
           Otro  que visita la taberna, como cliente y como familiar, es Ramiro Oliveros,  hijo de Adela, una de las hijas de José Manuel  y casado con la hija de doña Concha Piquer.
Como curiosidad, diremos que  en octubre de 1929 la lotera de la calle de Toledo, 69 repartió por el barrio el premio “gordo” de la lotería de la Cruz Roja. A una peña con “domicilio social” en las tabernas  de los números 2 y 4 de San Millán  les cayó un buen pellizco. Algo les tocaría también a los taberneros.
En otros sorteos menores fue agraciada la taberna: en 1953 al camarero  Lucas de la Orden  le tocan...¡ un par de medias de nylon.!. Ya en fechas más recientes,   un importante premio de la lotería de Navidad también visitó la taberna.

Anécdota: Se presenta en Oliveros un señor un tanto engreido y, después de leer la Carta, dice que  no le gusta ninguno de los platos que le ofrecen. Acude José Manuel,  el tabernero:
- No se preocupe que le voy a preparar un plato para chuparse los dedos.
Entra en la cocina y con un cazo coge garbanzos, fabes y callos y  llena un plato con esta mezcla.. Cuando el cliente lo prueba se queda maravillado y le dice a Oliveros  que cómo es posible que un plato así no estuviese en la carta y le pregunta qué nombre tenía para pedirlo otra vez.
- Chabaza, le contesta el tabernero ante la risa de los otros parroquianos, pues con ese nombre se llama en algunos lugares de Asturias a la comida que se da a los cerdos. Por cierto, en el libro "Diccionario de madrileñismos" de Manuel Alvar, ya está registrada esta entrada como "Callos con garbanzos".
Además de la chabaza, ahora en Oliveros se puede degustar  un espléndido cocido, que hacen a diario,  los callos, el bacalao y típicos platos asturianos como la fabada y las fabes con almejas. Para acabar la faena, tenemos algunos  postre deliciosos y originales  como los paponzuelos, los frisuelos y el tocino del cielo.

El cocido, uno de los platos estrella de Oliveros

Delicioso postre. No hay más que verlo


BIBLIOGRAFÍA.-

-Establecimientos Tradicionales Madrileños (Tomo III)
- Hemeroteca Nacional
- Hemeroteca  Municipal
- Y, sobre todo, mi agradecimiento a Julio Oliveros sin cuya colaboración entra entrada hubiera quedado medio vacía.