viernes, 29 de noviembre de 2013

CASA ELADIO

          LA TABERNA "CASA ELADIO"

     En 1861, en el nº 4 de la calle Independencia, había una tabernita a nombre de  Julián Alonso; en 1880 su propietaria era Dorotea Biendicho y en 1896 el tabernero era Eladio Leirana quien la hizo famosa con el nombre de "Casa Eladio". Todos estos datos están sacados de los Anuarios, pero en "El Imparcial" del 4/12/1895 se habla de una aportación a la suscripción Cariñana de la "Tienda de vinos, Independencia, 4 Sres. D. Eladio Leirana, 50". Por tanto, la taberna de Eladio existía al menos desde 1895.

Sentado sin delantal Eladio Leirana Montes y, con toda probabilidad, detrás de la barra Eladio, el fundador de la dinastía.
Foto de los años 30 cedida por Lourdes Leirana biznieta del fundador 

            
   En "El Heraldo" del 1/7/1900 dan la noticia del asesinato, en la calle Independencia, de un músico del Teatro Real  al salir de la taberna de Eladio en donde, después de jugar a las cartas, se entabló una discusión sobre quien pagaba unos pájaros. En el sumario el tabernero Eladio Leirana manifestó "que los vio disputar por la cuestión de los pájaros, y que los echó fuera porque eran las dos de la mañana". Esta noticia nos da idea del horario de cierre del local.

Eladio Leirana hijo en la puerta de la taberna h-1960. Foto proporcionada por su nieta Lourdes Leirana



 La taberna "Casa Eladio" ocupaba los huecos que vemos en la foto pasado el portal (Foto del autor)

               José Alfonso, en su libro sobre el cuplé, nos habla así de la taberna de Eladio:
              “Se hallaba sita en las cercanías del Real. Y se hizo una tasca de leyenda. A ella acudían, en los entreactos y al terminar las funciones, los personajes más encopetados de Madrid. Y los cantantes más famosos. Era curioso contemplar a los varones de flamante etiqueta y a las damas con sus envases fastuosos y lujosas joyas sentados, ante rústicas mesas de pino. ¡y sin manteles!.                Los platos más típicos de la tasca eran los huevos fritos con tomate y las judías con chorizo. Valían cada uno seis reales. Y lo mismo daba que se los embutiera un conde que un tramoyista.
          El popular Eladio era un hombre sincero, pintoresco y brusco. Por sus relaciones empingorotadas tenía en las alturas más influencia que un ministro. En sus bastas mesitas de pino, jamás había manteles ni servilletas. Las servilletas, decía Eladio, eran prendas de mujeres. ¡Pero es que ni hasta las señoras se las ponía!. A Titta Rufo que iba una noche con unos amigos y se las pidió, levantando su vozarrón porque Eladio no se las traía, le dijo Eladio:
                -¡No grite que no se las traigo!. Y a usted, menos que a ninguno. ¡Vergüenza debería darle a un hombre tan macho como usted el pedirlas!.
                  Cuentan que el inmenso barítono, comprensivo, reía ante la salida del tabernero. Eladio trataba con gran confianza a todos estos personajes. Otra noche entró en el local a toda prisa, pidiendo un par de huevos fritos, el director de orquesta. Estaban representando Parsifal . Fue en un entreacto y el hombre llevaba los minutos medidos. Porque Eladio tardaba en servirle, el músico le apremió un poco descompuesto. Y el inolvidable Eladio no pudo contenerse. Se entufó y le dijo:
                -¡A ver si usted cree que freír bien un par de huevos es tan fácil como dirigir el Parsifal

               Los protagonistas de esta anécdota varían según quien la cuenta. Hay quién cambia a Titto Rufo por el maestro Guarnerio y  Tomás Borrás pone a Rabl dirigiendo  Tristán e Iseo. Este autor define a Eladio como “pausado, pocas palabras, calculador a ojo, fiador de bohemios. Los cuales empezaron a frecuentar la tasca de Eladio, como el cafetín del manco, y a hablar de su munificencia, baratura y familiaridad hasta hacerlo famoso. Eladio aclamado en las conversaciones, y a la hora de no pagar la cuenta.”
               Al hablar de su cocina dice que “guisaba primorosamente en casa de Eladio; sus viandas sabían con sabor casero, sustancioso, llenante, tan lejos del sabor de restaurante, desangelado y sin rechupete”
               A la hora de hacer la cuenta “se acercaba, al llamarle para liquidar la dolorosa a la mesa sin manteles, echaba un vistazo a los rebañados y fijaba:
                - Diecisiete con quince
               - Pero Eladio, si hemos tomado tres de pollo, dos de mero en salsa, requesón y ciruelas y dos de vino con seltz.
            - Diecisiete con quince.
              La aritmética de Eladio era irrefutable. Otras veces se excedía si antes se quedaba cortísimo.
                -Veintiuna.
                -¿Cómo veintiuna, si sólo he tomado sopa de ajo sin huevo?
                -Veintiuna    
                -Se endurecía el rostro, cerraba los puños, apretaba las mandíbula
                 -Veintiuna
               ¿Cómo calculaba?. No se sabe. ¿Decía una buena cantidad al tun-tún?. ¿Dividía entre las mesas el total de lo que deseaba ingresar en la jornada?."

               Díaz-Cañabate nos  cuenta como Casa Eladio se puso de moda: "de pronto, un buen día, unos señoritos entran a comer en una taberna situada en la calle de la Independencia, frente al Teatro Real. Su dueño se llama Eladio Leirana. Es una tabernita muy pequeña. Apenas cinco o seis mesas. ¿Por qué entraron esos señoritos a comer allí? ¿Les impulsó ese azar misterioso que se entretiene en regir y modificar las costumbres, o fue sencillamente que tenían hambre, pasaban cerca y uno de ellos tuvo la intuición de que allí se comía mejor que en su casa, las mismas cosas que en su casa por muy poco dinero?. Sea de ello lo que quiera, el caso es que estos señoritos se lo dijeron a otros, que se corrió la voz y que se puso de moda el comer en casa de Eladio."


               Nuestra taberna era muy frecuentada por periodistas sobre todo por los que cubrían los eventos del Real. Allí se reúnen en 1924 los de "La Voz" para celebrar un estreno.
           "Los redactores de esta casa  se reunieron anoche para agasajar a los autores de "Flandorfer, el único", en fiesta de cordialidad y compañerismo.[...]   Fue una reunión íntima, sin anuncios ni comisión organizadora; agradabilísima y alegre. Por querer que fuese también pintoresca, se hizo en la Casa Eladio; Casa cuyo recuerdo raro será el periodista que no sienta unido a alguna época de su existencia. Y anoche Eladio se lució. Hay comidas mejores aún que aquellas en que no hay discursos ni brindis; y son aquellas en que todos discursean y brindan a la vez. A este género perteneció la de anoche." ("La Voz" 15/12/1924)

              En 1925 se anuncia el cierre del Teatro Real y "La Esfera"  (21/11/1925) muestra su preocupación por la disminución de clientela en los comercios de alrededor a causa de ese cierre.
         "El mismo comercio de los alrededores padecerá con esa suspensión. Por ejemplo: esos albergues para la manducación, tan alegres y tan bohemios,como la casa de Eladio y la de Porrulo, (se debe referir a Próculo) ¿qué les pasaría sin sus grandes cantantes, que de vez en cuando huelen y se lanzan sobre la cazuela espesa que alegró su juventud, y sin todos los aficionados que se citan allí a las ocho y media para subir después los mil peldaños que llevan al paraíso"    

             Hablando de un restaurante al que va Oscar Espla, "Artemio Precioso" hace esta comparación con Casa Eladio
           "Por la familiaridad que se toma, recuerda algo a la Casa Eladio, de Madrid, aunque aquí hay manteles y servilletas, y en casa de Eladio sólo hay mal humor y buenos platos, sabrosos; pero dados como haciendo un gran favor." (“Muchas Gracias” 16/1/1926)

              En  mayo 1928 parece que temperatura de Madrid,  sin hacer caso del Calendario Zaragozano, es más fría de lo normal lo que altera la vida de la ciudad. La revista satírica "Gutierrez" lo comenta  con mucha gracia así:
       "Se han suspendido en lo que va de temporada seis, siete u ocho funciones taurinas; las flores que, confiando en el Zaragozano, abrieron sus corolas, las  han  vuelto a cerrar en  espera  de  que vengan tiempos mejores; las   mariposas, por tanto, en vez de libar  de  flor en  flor,  toman  judías blancas en casa de Eladio, y los poetas  ni cantan sus conocidos versos a la Primavera, ni siquiera podemos asegurar que coman judías" 

               El “Mundo Gráfico”  del 2/2/1927 publica esta crónica que , por su interés, publicamos íntegra.




               También en 1928  "Gutiérrez" publica este chiste que nos da idea de la fama que tenía la taberna de Eladio.
              --Caballero: acabo de llegar a Madrid y no conozco... ¿Podría usted decirme dónde podré comer por dos pesetas?
             —Si, señor; en "Casa de Eladio".
             —Muchas gracias...  Y ya que es usted tan amable, ¿querrá usted decirme en dónde podré encontrar las dos pesetas?
               Otras dos citas humorísticas de la taberna.

              Comer el cocido madrileño a casa de Eladio, que dice los menús con la velocidad de un autobólido ("Buen Humor" 28/9/1929)

              A las dos.—Comida en casa Eladio; los calamares estilográficos, la galena sonora, la carne en salsa, la carne con tomate y las carnestolendas.(Gutierrez” 24/12/1927)

               El famoso boxeador Paulino Uzcudum es  invitado por “La Voz” comer en Casa Eladio.
"A las ocho y veinticinco salíamos de la Granja, (del Henar) y a la media estábamos en casa de Eladio. Un éxito de guisos y otro de manera de vocearlos: las del ruido, las sardinas con gabardina, los corceles del Cantábrico, la carne en salsa, la carne...stolendas, los sesos rebozados, los se-sospecha, los se-sostiene, el tocayo, el queso de aviación, etc., etc. Mis invitados comieron admirablemente.Y además se volcaron de risa. (“La Voz” 5/10/1932)

               El escritor Julio Camba va al Congreso "y allí me encontré a todos mis amigos: los del Ateneo, los del café Regina, los de las cervecerías de la plaza de Santa Ana, los del Buffet Italiano y hasta los de casa de Eladio, la pintoresca tabemilla de junto al teatro Real. Todos eran diputados, naturalmente, y aquello parecía un tren botijo." (“El Sol” 31/10/1933)

                  En 1934 la prensa critica  las comilonas , en restaurantes de lujo de los políticos:
               "Y en Lhardy comen juntos con el señor Lerroux, el presidente de la Generalidad, Guerra del Río y Estadella...Habrán ustedes observado que a estos demagogos no se les ocurre jamás ir a comer a casa de Eladio." (“El Siglo futuro” 26/2/1934)

              A la taberna de Eladio la vemos citada en muchos autores y periódicos: Arturo Barea en "Forja de un Rebelde",  José Luis Sampedro en "Octubre, Octubre",  Juan Antonio Cabezas en su "Madrid", Luis Romero en "Libro de las tabernas de España" Alabada por la mayoría, sin embargo, otros autores le dan a nuestra taberna una categoría ínfima como Cansinos Assens en sus "Memorias de un literato" ("tabernas inmundas como la del Barbas  o Eladio") o  José López Ruiz en "Aquel Madrid del cuplé" que dice que "por debajo -en categoría- de la casa de la Concha, y también visitadas por aquella divina cochambre, estaban las tabernas del Barbas y Eladio"

               En una entrevista que  le hicieron a Antonio Terán, dependiente de Casa Eladio durante años, cuenta  la cantidad de gente famosa que pasó por la taberna. Entre los artistas cita a Miguel Fleta que iba a comer carne en salsa, Imperio Argentina, Carlos Gardel, los maestros Villa y Arbós, Loreto Prado y Enrique Chicote y la popular Chelito que, para conservar la linea, solía tomar un consomé y un filetito a la plancha. Los compositores Vives y Bretón eran asimismo  clientes de la taberna.

               También acudían deportistas como Santiago Bernabeu, Ricardo Zamora , el boxeador Uzcudum y los ciclistas Fermín y Vicente Trueba; militares como Sanjurjo, Ramón Franco, y Ruíz de Alda.

               Según Terán el local se abría a las ocho de la mañana hasta las doce de la noche, aunque, por lo visto anteriormente, la hora de cierre debía ser  un poco elástica.

              Como curiosidad, veamos los precios de algunos platos en 1925:  Judías, 0,50; huevos fritos, 0,90; ternera, 1,50 y cocido, 0,75.

          Eladio Leirana estaba casado con Manuela Montes, espléndida cocinera, y tuvieron 6 hijos. Durante la Guerra Civil la taberna  fue requisada y medio destrozada. En 1838, fallece Eladio y, pasada la  contienda y arreglados los desperfectos, en 1942 reabre la taberna Eladio Leirana Montes, hijo del fundador, que muere en 1962. Antes de su muerte  su hijo Juan Manuel Leirana Vargas  no acepta las condiciones que le pone el padre para hacerse cargo de la taberna y esta es traspasada perdiendo toda la relación con la familia Leirana.. Juan Manuel se va a Alemania en 1963 volviendo al año siguiente y siendo durante muchos años maitre de los mejores hoteles madrileños ¡paradojas de la vida!. Muere en 2010.

           .Según información de Antonio Iraizoz, la taberna, con otros dueños (parece que el nuevo dueño se llamaba Pepe)  y con el nombre de "Restaurante Real, antigua Casa Eladio",  siguió  durante muchos años.  hasta que se rehabilitó la finca a mediados de los ochenta. Ahora el local forma parte de la trasera del  restaurante de una cadena americana.

Casa Marta antes de verano de 2013 (Foto I. Medina)

                En 1929 Eladio amplia el negocio cogiendo otra taberna en la calle Santa Clara nº 10, aunque en los Anuarios aparece  como propietario, entre 1930 y 1943, su yerno Luis Duce casado con Isabel, una de las hijas de Eladio.. Anteriormente, este local era una taberna muy pequeña ocupando sólo la habitación de la entrada,, pues dentro era la vivienda del tabernero que se llamaba Emilio Álvarez. Según se comentaba por el barrio, García Lorca  se reunía en esa tabernita con amigos.

               En 1943 esta taberna pasa a manos de otro hijo de Eladio, Emilio, con el nombre de "Casa Emilio". Como curiosidad, diremos que, al quedarse Emilio viudo de Carmen,  forma pareja con Gloria,  una hija de Próculo, otro tabernero famoso y  cuya taberna estaba enfrente, en Santa Clara, 7. Esta pareja no está mucho tiempo al frente de la taberna, que cambia de propietario y hacía 1950 pasa a llamarse "Casa Marta" siendo ya, mas que taberna, una casa de comidas. En 1970 se hace cargo  María Dolores San Román, antigua cocinera del local. Con el nombre de "Casa Marta"  se mantiene hasta  el último mes de agosto cuando, su propietario desde 1989,  Antonio Roiloa, la traspasa. Ahora es un asador .


BIBLIOGRAFÍA:
José Alfonso: "El Madrid del cuplé"
Tomás Borrás: "Jacaranda de Madrid"
Antonio Díaz-Cañabate:"Historia de una taberna"
Anuario General de- Comercio... (Varios años)
Hemeroteca Nacional
AGRADECIMIENTOS:
 -- A Antonio Roiloa, último propietario de Casa Marta y gran conocedor del Barrio de Palacio
-- A Ignacio Leirana, biznieto de Eladio el fundador y nieto de Emilio y a Reyes Castillo, su mujer y también descendiente de taberneros. Ellos me han aclarado algunas dudas y,  gracias a su información, he introducido algunos cambios a la entrada original del blog.
-- A Lourdes Leirana, biznieta de Eladio y nieta de Eladio Leirana Montes, que con fotos, artículos y comentarios, me ha ayudado a completar esta entrada



































jueves, 31 de octubre de 2013

TABERNA LA CONCHA Y CALLE ARLABÁN

LA TABERNA DE  LA CONCHA Y LA CALLE ARLABÁN

               Fue esta taberna una de las más famosas  de Madrid durante la primera mitad del pasado siglo.  Heredera de su vecina,  la taberna del Tío Lucas,  también en La Concha fueron muy populares sus judías. Punto de reunión de artistas, bohemios, crápulas y noctivagos; reuniones que no pocas veces acababan  en broncas, peleas y algún que otro navajazo.Clientes asiduos de esta tasca eran Joaquín Dicenta , Mariano de Cavia y Julio Camba.    

               Precisamente a causa de una pelea  "Anteanoche riñeron en la  calle de Arlabán dos individuos que poco antes, habían disputado en la taberna llamada de La Concha, establecida en dicha calle", que fue noticia en El Globo en 1900, sabemos que la taberna ya estaba abierta en ese año aunque pienso que, seguramente, ya existía en los últimos años del XIX.

               En 1904, con motivo de un asesinato La Esfera nos dice que el sospechoso busca coartada y dice que “La noche de autos estuvo con Bernardo en la taberna de Amando en la calle de Lope de Vega; que allí dejó al mozo y él se fue al café del Prado; de allí al de Zaragoza, y de éste al Oriental, pasando por la taberna-restanrant de la Concha, en la calle de Arlabán". No sabemos si el hombre era culpable pero de lo que podemos estas seguros es de que le iba la "marcha"

               La taberna de Amando Varela estaba en el nº 22 (actual nº 20) de  la calle Lope de Vega esquina a la costanilla de las Trinitarias, el café del Prado en la calle de este nombre esquina a la C/. del León, el de Zaragoza estaba en la C/. Atocha esquina  también a la C/.del León y el Oriental en la Puerta del Sol entre las calles Preciados y Carmen.

               Por cierto, Dicenta parece que escribió en esta tasca , entre chato y chato, algunas escenas de su Juan José . Si no tenía dinero para cuartillas, escribía sobre papel de envolver. Curiosamente, una vez terminada la obra, se leyó por vez primera en  el Café Inglés que estaba enfrente de La Concha. Cuando se estrenó la obra, Mariano de Cavia le dijo a Dicenta:
               - La obra está muy bien porque la has vivido y la has bebido

                La taberna estaba en el nº 2 de la calle Arlabán, que hasta 1882 se llamó calle   (o callejón) de los Gitanos. El nombre actual se debe a la batalla de Arlabán de Salinas  en Álava donde en 1835 las tropas cristinas vencieron a los carlistas. Era una calle trasera y estrecha llena de maleantes y busconas hasta su remodelación. Según Répide no podía ser utilizada  para el paso de carruajes y "presenta un especial aspecto por los colmados en ella establecidos y la vecindad de la torería ambulante en su embocadura de la calle Sevilla" Así la ve  el Heraldo en 1928:

             "He aquí el antiguo callejón de Gitanos. Ayer—un ayer muy remoto—cobijo de la fauna más dramática, más tenebrosa, a la vez que pintoresca, del Madrid de 1800. Después, desde mediados de siglo hasta los aledaños de nuestros días, refugio de toreros, de comisos y de vendedores de industrias eutrapélicas. Desde entonces transformada en calle de Arlabán, a pesar de esto, el antiguo callejón de Gitanos, frente a unas vías como la de Sevilla, como la de Nicolás María Rivero (así se llamó la C/. Cedaceros desde 1895 a 1943), de indudable marchamo europeo, presentaba un agudo contraste, por su reducida calzada, la humildad de sus edificaciones y la poca limpieza de que siempre fue favorecida. Aquel recodo del Suizo, bolsa y senado de la tauromaquia, es inolvidable para muchas imaginaciones. La calle de Arlaban, hasta la posguerra, en que se vio turbada por las edificaciones del Banco de Bilbao y del teatro Alkazar, fue un rincón de brillante casticismo. La taberna de La Concha, que figura en tantas páginas de nuestra historia contemporánea, era el corazón de este trozo de Madrid; enfrente, el despacho de la plaza de toros fingía como una lonja de la sensibilidad nacional, y para que no la faltase nada, un café de camareras—ese burdo oasis de la galantería celtíbera—ponía con su pianola un murmullo placentero a todos los instantes. Sin embargo, ni aun así el progreso de la corte ha permitido que subsistiera. Cayó el café Suizo para trocarse en una finca de aire americano, y desde entonces lo tradicional fue menguando. Hoy la calle de Arlaban se ha convertido en esta hermosa vía, amplia, luminosa y limpia que es hermana digna de la de Sevilla, de la de Alcalá y de la de Nicolás María Rivero.



Calle Arlabán en 1928. La Concha estaba  entrando a la derecha  (Foto de La Esfera)
(El Heraldo  27/171928)

               En el mismo año de 1928 en La Esfera aparece un artículo de Julio Romano hablando de la calle Arlabán en términos parecidos al comentario anterior.

              "La calle de Arlaban fue en el siglo S-XVIII el callejón de los Gitanos.  Desde mediados del pasado siglo basta los umbrales de nuestros días, la callejuela de Arlabán—pues la categoría de calle la ha alcanzado hoy— fue refugio y atalaya de cómicos sin contrata, danzantes, sablistas, cantaores de lo fino, que sólo abrían su boca para pedir dinero, gente de la briba, intermediarios de asuntos más o menos honestos, flamencos, belitres y vendedores de baratijas, que hacían campo de sus maniobras el trozo de acera que partía desde el Café Inglés a la esquina del Suizo. La chusma de parásitos tenía allí su lonja, junto a la taberna de la Concha y el despacho de la plaza de toros era un tabuco de madera, en el que los días de corrida, junto al cartel policromo de la fiesta, se apelotonaba la afición, impidiendo el paso al transeúnte, que tenía que abrir una brecha a codazos entre la nube de vagos. Cayó el Suizo. Las calles de Sevilla y de Alcalá se embellecieron con modernísimas edificaciones de empaque europeo. Quedó rezagada y perdida entre las nuevas moles de cemento que se erguían junto a ella la calle de Arlabán, boquete donde pregonaban su humildad un puñado de casas vetustas. El derribo del edificio donde estaba instalado el Café Inglés, llenó de aire y de luz el castizo rincón y ha convertido al antiguo callejón de los Gitanos un una calle clara, luminosa y limpia."
(La Esfera 4/8/1928)

          El Café Inglés  estaba en la C/. Sevilla esquina con Arlabán nº 1; ya existía en 1873 y era un lugar muy frecuentado por toreros y disponía de varios reservados para encuentros íntimos. Se daban también muchos banquetes de homenaje  e incluso bodas como la del torero Manuel Mejías "El Papa Negro", fundador de la dinastía de los Bienvenida celebrada en 1911. Según Ángel del Río en su libro "Los viejos cafés de Madrid",  en 1905 el Real Madrid celebró su primera victoria en la Copa del Rey frente al  Athletic de Bilbao. En 1923 aún estaba abierto pero en 1927 ya había desaparecido.
Calle Sevilla en 1895. A la derecha entrada a la C/. Arlabán y Café Inglés


       



Calle Sevilla hacia  1930. El edificio en obras  es donde estaba el Café Inglés. A la derecha la Carrera de San Jerónimo

               José Lòpez Ruíz nos dice que, en la época del cuplé, ( en torno a 1900-1930) por la noche, "en Madrid  se podía ir a muchos sitios. uno de los más acreditados era la casa de La  Concha, en la calle de Arlabán. Era dicha casa, una taberna famosa por sus sopas de ajos y por ofrecer unas apetitosas cenas de madrugada. Sopas y cenas famosas, además de por sí mismas, por el nombre y renombre de sus consumidores. Pero, además de lo gastronómico, en la casa de la Concha se podía gustar de lo venusiano, servido este plato por agradables alternantes. Ni que decir tiene que, con estos ingredientes, los más necesarios para el ser humano, el local siempre estaba ahíto de libertinos, cocotrices y señoritos juerguistas, a más de algún que otro aristócrata deseoso de mezclarse con lo decadente y, en cierto modo, popular. Por debajo -en categoría- de la casa de la Concha, y también visitadas por aquella divina cochambre, estaban las tabernas del Barbas y Eladio. Y, muy por encima de aquella, las de Próculo y Pascual".  
               Aunque en esa fecha hay varias tabernas  conocidas como  el Barbas, creo que se refiere a la de la calle de. San Andrés. Eladio estaba en la calle Independencia, Próculo en la de Santa Clara y Pascual en la  de la Luna. De algunas de estas  escribiremos en próximas entradas de este blog.

               Rafael Cansinos-Asséns nos hace este retrato, no muy benévolo, de la taberna.

               "Nos lleva el coche a la vieja y sucia taberna de la calle Arlabán, donde, a esa hora de la madrugada, pulula un público denso y promiscuo de pecadoras, toreros, pelotaris y periodistas. Las paredes están decoradas con litografías chillonas, ya desteñidas por el humo, de carteles de toros; el suelo, de madera, aparece salpicado de vino y gargajos, y en los rincones la aprensión quizá me hace ver cucarachas, que se remueven torpemente. Los camareros son sucios y groseros. No me explico, sino por un sentimiento masoquista, el placer que puedan tener estos hombres en frecuentar estos antros ni que vengan aquí a arreglarse el estómago, cuando todo lo que les rodea infunde náuseas"


               En La Busca de Pío Baroja un personaje “propuso que fueran a cenar los dos a casa de la Concha, en la calle de Arlaban"

               De esta taberna nos habla también Díaz-Cañabate en el ABC de 5/1/1975:

          “Bastantes años en las noches del 5 al 6 de enero nos reuníamos para cenar unos cuantos amigos en una taberna, ya desaparecida, sita en la calle Arlabán, llamada la Concha, donde servían unas judías a la bretona de toda excelencia. A más de las judías no embaulábamos buena porción de callos a la madrileña. La sobremesa se prolongaba lo suyo, animada por vinillo valdepeñero.

               ¿Hasta cuando permaneció abierta esa taberna?

               En los Anuarios de 1820-30 vemos  como propietaria  a Concepción Vázquez (Concha).En 1944 aparece un anuncio en el ABC  en el que se vende “Magnífico mostrador taberna, dos servicios. Arlabán,. La Concha”. El mostrador que de vendía no sería el de la propia taberna  pues, años más tarde, en 1952, vemos también en el ABC, que en un sorteo del Anís del Mono,  le corresponde a “La Concha, Arlabán, 2 como premio un par de medias Vilma negras Nylon Dupont". ¡Que elegante iría doña Concha!.
(ABC-29/11/1952)
               Aunque más moderno, otro establecimiento muy conocido de la calle Arlabán fue El Cortijo, medio taberna medio colmado andaluz, que ya existía en 1930 en el nº 13 antiguo y en el 9 moderno. Debió heredar el despacho de billetes para los toros que había en la calle pues así aparece en un anuncio de 1967. Desapareció a finales e los  70 sustituido por una cafetería.     


El Cortijo taberna-colmao en Arlabán


              Otro establecimiento muy conocido no solo en el barrio sino en todo Madrid fue el de la perfumería Álvarez Gómez  que se establece en  la C/. Sevilla esquina con Arlabán en 1899. como vemos en las fotografías siguientes, era una tienda elegante y refinada.En el sótano se fabricaban los perfumes. .  Su lugar lo ocupa hoy un banco.




Exterior de Álvarez Gómez






Interior de Álvarez Gómez
Calle Arlabán en la actualidad. A la derecha vemos la esquina donde estaba la perfumería Álvarez  Gómez    (A.Pasies)            






BIBLIOGRAFÍA.-
Cansinos Assens, Rafael. La novela de un literato Vol-I
López Ruiz, J. Aquel Madrid del Cuplé
Hemeroteca Nacional
Hemeroteca ABC
Agradecimiento a María R. Giménez por su colaboración






viernes, 27 de septiembre de 2013

TABERNAS EN EMBAJADORES

TABERNAS EN EMBAJADORES

               Vamos a hablar hoy de cuatro  tabernas: tres de la calle Embajadores, muy próximas entre sí  y que, desgraciadamente,  ya han desaparecido: "Casa García", "Aguardientes" y "Casa Paco", y de otra  que permanece abierta, en la calle Huerta del Bayo: Casa Zoilo. De las tres primeras, realmente, taberna, lo que se dice taberna, únicamente lo era "Casa Paco" con sus mesas y sus taburetes de pino. Las otras dos, sin sitio para sentarse,  eran más bien bodegas o despachos de vinos y licores que, además de servir chatos y copas, vendían a granel.

Casa García en 1985  (Foto de M. Cecilia-A. Pasies)

Interior de Casa García (Foto de T. Cecilia-A.Pasies)



                Bajando desde el Rastro, la primera que  encontrábamos era "Casa García" en la esquina con la calle Abades. Preguntando, en 1984, al  dueño por su antigüedad, da la fecha de 1929 en que era bodega, ultramarinos y frutería en el mismo local. En 1939 pasó a ser sólo taberna y en 1940 su propietario es Bernardo Barrio. Sin embargo, tenemos datos de una taberna en ese número de la calle nada menos que desde 1839.

Casa García  (Foto de Luis Agromayor)
               La fachada  estaba pintada de verde y dentro tenía un interesante mostrador de  zinc, con  azulejos en la parte frontal y con dos surtidores antiguos. También el zócalo estaba revestido de azulejos, todos de tonos azules. En las paredes se podían ver algunos anuncios muy antiguos  como : "Jerez especial para enfermos" o "Vino blanco ajerezado superior"


               Entre otros habían pasado por esta taberna Celia Gámez, Conchita Piquer y multitud de artistas que trabajaban el el cercano Teatro Pavón.
                  El lugar de esta taberna lo ocupa ahora (¡que raro!), un comercio chino

             Casi enfrente de Casa García, en el número 26 de la calle, en un edificio que fue propiedad y residencia del arquitecto Pedro de Ribera, estaba  la pequeña bodeguita  con su rótulo  claro y conciso: "Aguardientes" aunque en el barrio se la conocía por "Casa Valentín".
Aguardientes (Foto de T.Cecilia-A.Pasies de 1985)


          Según nos contó la dueña pocos años antes de cerrarse el local, su marido lo había heredado de su padre que murió en 1979 con 90 años y al pié del cañón. Este señor entró de aprendiz a los 12 años y vivía  en un cuartito de la trastienda. Posteriormente,  se casó con la doncella de la casa  haciéndose después cargo de la taberna.


Placa a Pedro de Ribera
       
   La propietaria nos dijo que este local se abrió en 1834. No dudamos del dato y menos sabiendo que aparece registrada ya en 1851. En 1880 estaba a nombre de Salvador Torre y en 1894 al de Manuel Celeiro. Posteriormente su dueño fue Santiago Malaria.





          Cuando nosotros conocimos la taberna  ya había sufrido varios cambios y ninguno bueno. Desapareció el mostrador de zinc con un frontal de cerámica realizado por Alfonso Romero, con escenas del Quijote ¡que pena que no quede ni rastro!. También quitaron un surtidor para la sidra muy bonito que estaba a la derecha del mostrador aunque, en sus últimos años,  le quedaba otro, este para la cerveza, precioso, rematado con un pequeño león. Se mantenía, en cambio, el techo pintado al fresco que, aunque muy ennegrecido, era interesante.. En la cueva tenía grandes tinajas.

Aguardientes, interior (Foto de T.Cecilia-A.Pasies)


               Si dejamos volar la imaginación, se cuenta que este edificio fue sede temporal de la Embajada  Inglesa cuando, a causa  de una epidemia, las embajadas se trasladaron a esta zona.

La puerta de la derecha  era la de "Aguardientes"  (Foto a. Pasies)
                  Ángeles Espinosa describía así  a esta taberna: "Sin azulejo, predomina en ella la madera y el cristal pintado en un bello conjunto  en el que el mostrador y la anaquelería son elementos importantes. Varias familias de madrileños han sabido conservarla  a lo largo de más de un centenar de años. Inmutable  ante el paso del tiempo la taberna de Embajadores nº 26 da la pincelada necesaria para que el turista deseoso de conocer el viejo Madrid, o el madrileño que gusta de perderse por sus calles, encuentre en ella el eslabón perdido que ligas la calle de hoy con su pasado". Desgraciadamente,  hace ya  más de veinte años que este eslabón desapareció.


                  En la misma acera, un poco más abajo, en el nº 36, estaba hasta los años 70 de pasado siglo "Casa Paco" de la  que tenemos datos desde 1847, fecha en la que está a nombre de Miguel García Quirós y que, después de varios propietarios,  en 1940 el tabernero se llamaba Francisco Cuadrado que supongo  sería el que le daba nombre al local.
Casa  Paco en 1957. No se  asusten, la cola es para la pescadería 

                 Cuando la visitamos en 1973 estaba muy bien conservada y con sus puertas rojas y el tabernero nos dijo que uno de sus más ilustres clientes había sido Carlos Arniches.

                  A esta taberna se debe referir Antonio Díaz-Cañabate cuando cuenta esta anécdota:
   "Estamos en una taberna de la calle de Embajadores. La merendola es regular. Sardinas arenques, longaniza y queso de Villalón. Por supuesto, una frasca de tinto. En torno a la mesa, el señor Fausto el broncista, Brígido el fontanero, Obdulio el encuadernador y un servidor de ustedes. nos estamos jugando la merienda al mus. Se trajela y se empina el codo en un descanso de la lucha. Y  se habla y dice el señor Fausto:
                
                  <<En esta misma mesa conocí a don Carlos [...] estábamos echando un mus ahí, en esa mesa y él estaba sentao en esta misma con otro caballero, muy atento a la partida, y, lo que pasa, que se enredó la cosa y charlamos.Y cuando se marchó, el señor Felipe el tasquero, el anterior dueño, nos dijo que era don Carlos Arniches. Desde entonces no me perdí estreno suyo>>"
Aquí estaba Casa Paco (Foto A. Pasies)


                  Luis Romero también habla de esta taberna y cuenta que un parroquiano  se mosqueó porque  el tabernero la comentó a Luis que el referido cliente frecuentaba  mucho las tabernas sin  aludir a que también "iba a misa  de nueve en el Carmen, todos los domingos y era buen cristiano". Borrachín si, pero en paz con Dios.
                   En el lugar donde estaba la taberna  hay ahora un "Hogar de mayores"
             Si el lector de estas lineas se siente apenado por no poder  tomar un chato en estas tascas desaparecidas, le diremos que puede hacerlo en "Casa Zoilo", una taberna cercana a las anteriores, con solera y  "viva"  todavía, que , aunque reformada por dentro, mantiene una fachada magnífica y unos bonitos anaqueles.
Casa  Zolio en la C/. Huerta del Bayo en 1985  (Foto de T. Cecilia-A. Pasies)


           De esta taberna sabemos que en 1880 pertenecía a José Hermida. Seguramente se abrió al construirse la casa en 1865. Era una especie de bodeguita mucho más pequeña de lo que es ahora. El establecimiento daba a la calle y dentro estaba la vivienda de los dueños. En 1911 estaba regentada   por Antonio Pérez y en 1930 por Mateo Sánchez  quien,  hacia 1940,  se la vende a Zoilo, que  la amplia quitando la vivienda en 1952 . Como curiosidad diremos que Mateo le dejó el reloj de pared que aun preside de la taberna. A Zoilo le sucede su sobrino Ángel quien, tras trabajar varios años en el establecimiento, en 1980 se hace cargo del mismo.
Interior de Casa  Zoilo   (Foto A. Pasies)

                  Esta taberna fue la sede de una de las peñas del barrio, que tanto proliferaban entonces, y lugar de encuentro de gente del Rastro y del mercado de San Fernando. Actualmente,  van muchos jóvenes a probar sus empanadillas, sus deliciosas patatas al ajillo y otras viandas elaboradas por la mujer de Ángel , regado todo con un buenísimo vermut de grifo, una cerveza o algún "riojilla " de calidad. .

Bibliografía.-

Ángeles Espinosa: Tabernas (Establecimientos  tradicionales madrileños, Tomo III)
Antonio Díaz-Cañabate: Tertulia y anécdotas
Luis Romero: Libro de las tabernas de España
Archivo Histórico Nacional
Anuario del comercio, la industria... (varios años)
Agradecimiento a Ángel, tabernero de Casa Zoilo y persona entrañable

martes, 23 de julio de 2013

TEODORO ARDEMANS, TABERNERO MADRILEÑO



TEODORO ARDEMANS, TABERNERO MADRILEÑO

          De padre alemán, el madrileño Teodoro Ardemans (1664-1726) tenía dos profesiones conocidas: las de  pintor  y arquitecto y otra no tan conocida: la de tabernero

          Como pintor  fue discípulo de Claudio Coello y con solo 19 años pinta el techo de la escalera del hospital de la Venerable Orden Tercera (V.O.T.). Es elegido Pintor de Cámara por  el rey Felipe V aunque el número de obras que nos ha dejado es escaso.
    
     Tuvo más importancia como arquitecto. En 1702 es nombrado Arquitecto Mayor y entre sus obras destacan el palacio de la Granja de San Ildefonso, la finalización de la Casa de la Villa de Madrid. Trabajó en la catedral de Granada y en las iglesias madrileñas de San Justo y Pastor y de San Millán, entre otras.
Fig. 1.- Ginés de Aguirre. Copia del autorretrato de Teodoro Ardemans (Museo de la RABA de San Fernando)



          En 1719 publica sus famosas Ordenanzas que, con el tiempo, alcanzaron rango de ley. En ellas se daban a los alarifes consejos para la edificación de edificios dada la poca preparación de estos constructores .
Fig. 2.- Ordenanzas de Madrid por Teodoro Ardemans
          Si hacemos caso al Ayuntamiento, que no siempre es de fiar, Ardemans vivió en el nº 1 de la calle del Reloj  (desde 1835 calle  Luciente) aunque, según vemos en la Fig.4, nuestros regidores no lo tienen muy claro. Si se hubiesen esmerado un poco más en borrar la "s".... Esta calle está dedicada a Alfonso de Luciente hermano de la V.O.T. y propietario de los terrenos en los que se abrió la calle.

          Efectivamente,  el libro de Asientos de la Planimetría General de Madrid nos dice que el nº 1 de  la manzana 106 "se compone de 5 sitios. El 1º fue de Chistobal Ordoñez, y la viuda de Pierres con 20 ducados, a que redujo su materialidad Don Theodoro Ardemans por privilegio de 5 de septiembre de 1701". Si nos fijamos en la Fig.5 vemos  que el nº 1 es un espacio casi cuadrado haciendo esquina entre las calles del Reloj y Humilladero. Parece extraño que, siendo esta última calle  mucho más importante, la entrada fuese por la del Reloj. Ahora la única entrada está por el nº 18 de la C/. Humilladero.
Fig. 3.-Placa a Teodoro Ardemans en la calle Luciente nº 1

          En un documento consevado en el AHN de 1770 vemos que:

    Joan Martínez de Tovar, contador de la renta de las trece sisas reales y municipales y que por arrendamiento están a cargo de don Gregorio redondo de Guevara, certifica todas las partidas de pago líquido que hicieron los cosecheros tanto seglares como eclesiásticos. Sigue una relación de 88 personas con bodegas y asientos son así:
    
Y en esa relación aparece:
       
Don Theodoro Ardemans que tiene la bodega a los Irlandeses tiene de pago  cuatrocientas y seis arrobas y media de vino
Fig..4.- ¿Luciente o Lucientes?


          En esa época -e incluso ahora- es difícil distinguir entre bodega y taberna. De hecho, en 1770 aparecen en documentos varios locales que una vez se llaman bodegas y otra tiendas de vinos, o sea, tabernas
          En los siglos  en que en Inglaterra se perseguía a los católicos, en Madrid y en otras ciudades  se fundaron casas de acogida para los irlandeses. Al principio, en torno a 1629, se fundó el Colegio y Hospital de los Irlandeses en la  C/. de Duque de Liria, entre las calles de Manuel y Negras. En 1636 se traslada a la C/. Humilladero, frente a la actual  C/. de los Irlandeses que primero se llama de Occidente y después de San Gregorio, como vemos en las figs. 6 y 7. La iglesia se construye a principios del S-XVIII bajo la dirección de Pedro de Ribera, pero era una iglesia modesta y con escaso valor artístico.En la Fig.8 vemos con más detalle  como eran los Irlandeses. Todo se destruyó durante la Guerra Civil.


Fig.5.-Planimetría General. Manzana 106




Fig.6.-Plano de Chalmandrier 1761. En rojo la casa de Ardemans
Fig.7.-Plano parcelario 1874. Iglesia y Hospital de los Irlandeses (172)
   


             Puesto que la   calle Humilladero era  la que llevaba a ese  Hospital,  y  sabiendo donde  habitaba Ardemans,  parece lógico pensar que la bodega-taberna estuviese en esa calle y muy probablemente en los bajos de su casa.

          Según las arrobas de vino declaradas, la bodega de Ardemans era relativamente modesta. Vamos a compararla con algunas vecinas a la suya que aparecen en el mismo listado:

           En la C/. del Águila había dos: 
                                                        * Juan de Heras con 804 arrobas
    * Ugares, Manuel de con 809 arrobas
           En la C/. Calatrava:
        *Francisco Orejudo con 2021 arrobas
          En la Plaza de la Cebada:
*Pedro Cano con 1353 arrobas
          En la C/. Mediodía Grande:
* José Ribera con 1110 arrobas
          En la C/. de la Paloma había tres::
     * Azofra, Jerónimo con 627 arrobas
      * Eusebio Marcos con 1529 arrobas
            *Martínez del Castillo con 1285 arrobas

          Vemos que, comparada con estas, la bodega de don Teodoro era mas bien modesta y con mucha competencia alrededor y eso que sólo hemos apuntado las bodegas de la relación antes referida.
Fig.8 .- Probable emplazamiento de la bodega de Ardemnas


          Como curiosidad, diremos que en 1701 y en la misma C/. Humilladero, localizamos, a nombre de Juan Rojo, una "taberna de vino caro y barato con carpeta" junto a la cual se instalaba un bodegóncillo de puntapié atendido por Catalina Fernández.

          Los vinos caros o preciosos.eran vinos de calidad procedentes de San Martín de Valdeiglesias, Cebreros, Pelayos, Madrigal de Altas Torres y Alaejos según la Ordenanza Municipal de  15/4/1591 y los vinos baratos u ordinarios.eran de peor calidad que el vino precioso o caro  y procedían de Carabanchel, Valdemoro, Alcalá, Arganda, Torrejón, Barajas, Alcorcón, etc. Había tabernas que sólo podían vender vinos caros o baratos y unas pocas tenían permiso para vender los dos tipos

           La carpeta. era una manta, cortina o paño que colgaba en las puertas de las tabernas. Se introdujo hacia 1618 para ocultar el interior  del local pero dejando pasar por los lados el aire y la luz. Dos siglos después, en 1813,  sale una orden que dice  que "la puerta o puertas de taberna deberán estar descubiertas para evitar ocultaciones".

          Durante ciertas épocas los taberneros tenían prohibido vender comidas en sus tabernas. Ya en 1618 la Sala de Alcaldes mandaba "que ningún tabernero de vino precioso o barato pueda dar ni de cosas de comer en las dichas sus tabernas, ni casas, ni consientan que otras personas  lo den, ni los que va a beber coman en ellas, ni a las puertas de sus tabernas tengan ni consientan tener tablas de cosas de comer".
          Estas normas se iban relajando apareciendo así los bodegones o  bodegoncillos de puntapié que eran unos cajones o puestos al aire libre donde se vendían cosas de comer. Solían estar a las puertas de las tabernas o puestos de vino y junto a los mercados. Su nombre se debe a que se podían  echar abajo de un puntapié.
      Con estas páginas nos despedimos hasta septiembre. Hace mucho calor y apetece tomar una limonada fresquita, pero sin agua, no como las que se tomaba el poeta

                                                                De limonada de vino
  sin agua hacer se previno,
  por saber que ya ella vino
desde la taberna aguada.
 Calderón, La Garapiña

BIBLIOGRAFÍA.


- Tormo, Elías "Las iglesias del antiguo Madrid"

-Gea Ortigas, Mª  Isabel "El Madrid desaparecidi"
-Planimetría General de Madrid
-Archivo histórico Nacional
Herrero, Miguel "Oficios populares en la sociedad de Lope de Vega"